Fe->La parábola del Hijo Pródigo Febrero 16 de 2008 La parábola denominada "del hijo pródigo" (Lc 15, 11-31), a la cual actualmente se le denomina "el padre misericordioso", es una de las más claras muestras de lo difícil que es leer la Biblia sin guía. Tomada literalmente, y aislada de su contexto (o sea sin tener en cuenta Lc 15, 1-10), incluso es peligrosa, puesto que alguien podría tomarla como una invitación a la alcahuetería materna o paterna. ¿Significa esa popular parábola, por ejemplo, que los padres deben acoger a sus hijos calaveras, sin importar lo que hayan hecho y sin preguntas ni reclamos? En lo absoluto. En el evangelio de San Lucas, lo mismo que en los otros, Jesús es claro en exigir que se pongan en práctica sus palabras, y se queja justamente del hecho de que existan seres humanos que no lo hagan, y eso que le dicen "Señor":
La parábola debe entenderse teniendo presente que es utilizada por Jesús para intentar mover el corazón de quienes le critican por acoger a quienes la ley judía de entonces permitía llamar "pecadores" (categoría que incluía a prostitutas y personas con defectos físicos, es decir, tal denominación no corresponde con la actual). Quienes le criticaban eran fariseos y maestros de la ley, quienes al parecer cumplían al pie de la letra los mandatos del Antiguo Testamento sobre cómo comportarse (asistencia puntual al templo, atención al menor detalle de los rituales, etc.), pero en cuyo corazón no estaba precisamente.el mandato del amor que proclamaba Jesús, ni trataban de acercarse a Dios dejando que obrara en su interior, como una semilla que crece vonviéndose una planta prodigiosa (leer "El Reino de Dios..." en este site). Así, ¿cuál es en definitiva el mensaje de la parábola del hijo pródigo? Recordemos el escenario:
Ante eso, Jesús narra primero la parábola de la oveja perdida (Lc 15, 3-7), para ilustrar a fariseos y maestros de la ley, quienes creían no merecer reproche de conducta alguno, respecto del contraste entre un pecador que quiere convertirse y 99 que no creen necesitarlo. No sobra llamar la atención acerca del hecho de que Jesús use un ejemplo de pastores, sabiendo que este oficio era considerado impuro entre los judíos (eso debió molestar a los fariseos y los maestros de la ley). El remate de esta parábola es absolutamente explícito:
Es una advertencia respecto de aquellos que creen que no necesitan convertirse. Jesús les dirá más adelante, en el mismo evangelio:
Luego Jesús les presenta la parábola de mujer que pierde una de las diez monedas que tiene (Lc 15, 8-10), la cual termina mostrando la alegría en el cielo por la conversión de un pecador:
Otra vez Nuestro Señor quiere hacerlos reflexionar sacudiéndolos en sus convicciones, puesto que en esa época no se enseñaba a las mujeres, pero utiliza una como ejemplo para que ellos aprendan. Finalmente viene la parábola del hijo pródigo, la historia de un hijo que dilapida la herencia paterna y, después de pasar la más terrible humillación para un judío (cuidar cerdos) y soportar física hambre, regresa donde su padre con el corazón arrepentido, y se encuentra con que el padre lo estaba esperando con los brazos abiertos (algo extraordinario en ese ambiente cultural, en el cual se suponía que el padre esperaría que el hijo cayera a sus pies suplicando perdón). La fiesta que sigue representa la fiesta en los cielos que hay por la conversión de un pecador, así que no se trató simplemente de que el padre acogió a su hijo que se portó mal y se iba a refugiar en la casa paterna sin querer cambiar de vida, por el contrario, se trató de mostrar a fariseos y maestros de la ley (representados por el hermano mayor, muy cumplidor de sus deberes pero tal vez con un corazón con problemas) el valor de la conversión de fondo y la reacción de Dios ante la misma. Algunos capítulos más atrás, en el mismo evangelio de San Lucas, y en una situación bastante parecida, Jesús ya había advertido que su principal tarea era invitar a la conversión a los dispuestos a seguirlo, ya que los que se consideraban "justos" no tenían interés en ello. Ocurrió que un cobrador de impuestos decidió seguir a Jesús y luego atiendió a Nuestro Señor con un gran banquete, ante lo cual fariseos y maestros de la Ley se sorprendieron:
La situación es la misma, y también la respuesta. Pensemos en esto cada vez que meditemos la parábola del hijo pródigo, y aprendamos verdaderamente de ella, en especial porque el pecado es la muerte, y Jesús es la vida (Jn 11, 25). Por eso termina la parábola con estas palabras del padre del hijo pródigo al hermano mayor de este:
Ese hijo ha vuelto a la vida o, para decirlo en el lenguaje de Jesús en el evangelio de San Juan, ha renacido. Así se lo manifestó a Nicodemo:
Ese es un hombre nuevo del que habla San Pablo:
Lecturas complementarias "El Hijo Pródigo" (comentario en laverdadcatolica.com) "El contexto literario de la parábola del hijo pródigo " (en labibliaweb.com)
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