Escribir al autor: Pedro N. Rueda G.
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FE-> La Iglesia y la teoría de la evolución
La existencia de Dios Ir al tema

Sinopsis: No es relevante la teoría de la evolución para la fe. El creyente ve a Dios a través de la creación pero no necesita atarse a una teoría sobre la forma en que los seres vivos tienen el aspecto y funciones actuales.

Rev. Febrero 4 de 2008

La Iglesia no le concede la importancia que otras confesiones le otorgan al asunto de la evolución. Hay quienes sostienen que esa teoría contradice la Biblia y por lo tanto es inaceptable (quienes sostienen tal cosa son los denominados "creacionistas"), pero eso es un problema derivado de la interpretación literal de la Biblia.

" La Iglesia ha dicho siempre que todas las cosas fueron creadas por Dios. Y que cada viviente que comienza a existir por generación a partir de otros de la misma especie, es criatura de Dios, porque Dios es la causa de su ser y la conserva en la existencia. Esto último no excluye necesariamente que unas criaturas hayan surgido por evolución de otras especies biológicas, si así lo decidió la Sabiduría divina: Todas serían igualmente creadas por Dios, que da el ser a cada criatura singular y las conserva con su Providencia." ("La teoría de la Evolución y el Magisterio de la Iglesia", pbro. Alvaro Rocha)

Dice la Biblia, en una de las dos versiones de la Creación que hay en el Génesis, que la Creación ocurrió en una semana, sin embargo, para Dios mil años son como un día, "un ayer, un momento de la noche" (Sal 90, 4), de modo que es inútil pensar en la Biblia como un libro de historia biológica o algo parecido, pues la medida del tiempo bíblico no es la nuestra. Lo importante no es el hecho cronológico, sino el espiritual. Esto también es evidente cuando observamos que la segunda versión de la creación, que se encuentra a partir del versículo 4 del capítulo 2 del Génesis, no hay referencia a días.

"No se trata sólo de saber cuándo y cómo ha surgido materialmente el cosmos, ni cuando apareció el hombre, sino más bien de descubrir cuál es el sentido de tal origen: si está gobernado por el azar, un destino ciego, una necesidad anónima, o bien por un Ser transcendente, inteligente y bueno, llamado Dios. Y si el mundo procede de la sabiduría y de la bondad de Dios, ¿por qué existe el mal? ¿de dónde viene? ¿quién es responsable de él? ¿dónde está la posibilidad de liberarse del mal?" (Catecismo, 284)

Por esta razón la exégesis moderna no habla de la "historia de la creación", sino de la "historia de los orígenes", y es de la misma tradición a la cual pertenece la historia de la caída (J).

El tema se resume en la conferencia del Arzobispo de Lublin (Polonia) en 1998 titulada "EL DIÁLOGO CIENCIA-FE EN EL CONTEXTO DE LAS CUESTIONES FILOSÓFICAS DE LA FÍSICA ACTUAL":

"Sería difícil indicar en la época moderna otro pontificado en el que el diálogo con el mundo de la ciencia fuera tan intenso como el llevado a cabo por Juan Pablo II. (Cf. la antología: Robert J. Russell – William Stoeger – George V. Coyne [ed.], John Paul II on Science and Religion: Reflections on the New View from Rome, Vatican Observatory, Vatican City 1990.) Una manifestación muy significativa de esta apertura es el mensaje dirigido a la Academia Pontificia de las Ciencias, del 22 de octubre de 1996, referido a la teoría de la evolución. Este mensaje aporta una importante clarificación para las controversias en que se ven envueltos los filósofos y los teólogos
desde que Charles Darwin formuló su teoría de la selección natural. Sin vincularse con el darwinismo, que es una de las formas posibles del evolucionismo, Juan Pablo II determina el horizonte interpretativo en el que pueden cooperar de modo constructivo el pensamiento cristiano y las diversas formas del evolucionismo. Al calificar el
evolucionismo como "teoría metacientífica", y no "científico-natural", Juan Pablo II indica que no se refiere a una de las versiones existentes de la teoría de la evolución, sino que habla del evolucionismo como de un paradigma interpretativo. Dentro de este
paradigma, el filósofo teísta puede tratar los miles de millones de años de la evolución cósmica como la revelación del Logos divino, cuya presencia no se revela en las lagunas de nuestro conocimiento, sino en la descripción matemática de la naturaleza, en sus simetrías, o en la posibilidad de realizar previsiones efectivas."

¿Qué relevancia tiene entonces que el mundo haya sido creado en un día, en una semana, o en cualquier otro lapso de tiempo? No la tiene. El crecimiento de nuestra alma no depende de eso, sino del conocimiento de los caminos de Dios. Como dice el Salmista:

"Enséñame, Señor, tus caminos, y guíame por sendero llano" (Sal 27, 11)

Es preciso reconocer, en conclusión, como lo hace incluso la National Academy of Sciences de Estados Unidos si se quiere una fuente laica, que evolución y fe en Dios no tienen nada de incompatible (al respecto, el libro "Science, Evolution, and Creationism" de la NAS).


Lecturas complementarias

Discusión sobre diseño inteligente en la revista Historia Natural

“¿Cómo responde la Iglesia Católica a la teoría científica de Darwin?”

"Adán y Eva, ¿Son el origen de la humanidad?"

“El diálogo ciencia-fe en el contexto de las cuestiones filosóficas de la física actual”

"Evolucionismo y Antropología teológica"

“La teoría de la Evolución y el Magisterio de la Iglesia”

“Origen del Hombre”

En inglés:

“Adam, Eve, and Evolution”

“Brother Darwin's Gospel Hour, Part I”

“Brother Darwin's Gospel Hour, Part II”

“Creation and Genesis”

“Creation out of Nothing”

"Evolution and the Magisterium"

 

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