FE-> La Iglesia y la teoría de la evolución
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La
existencia de Dios 
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Sinopsis:
No es relevante la teoría de la evolución para la
fe. El creyente ve a Dios a través de la creación pero
no necesita atarse a una teoría sobre la forma en que los seres
vivos tienen el aspecto y funciones actuales.
Rev.
Febrero 4 de 2008
La Iglesia no le concede la importancia que otras confesiones le otorgan
al asunto de la evolución. Hay quienes sostienen que esa teoría
contradice la Biblia y por lo tanto es inaceptable (quienes sostienen
tal cosa son los denominados "creacionistas"), pero eso es
un problema derivado de la interpretación literal de la Biblia.
" La Iglesia ha dicho siempre que todas las cosas fueron creadas
por Dios. Y que cada viviente que comienza a existir por generación
a partir de otros de la misma especie, es criatura de Dios, porque
Dios es la causa de su ser y la conserva en la existencia. Esto último
no excluye necesariamente que unas criaturas hayan surgido por evolución
de otras especies biológicas, si así lo decidió la Sabiduría divina:
Todas serían igualmente creadas por Dios, que da el ser a cada criatura
singular y las conserva con su Providencia." ("La
teoría de la Evolución y el Magisterio de la Iglesia", pbro.
Alvaro Rocha)
Dice la Biblia, en una de las dos versiones de la Creación que
hay en el Génesis, que la Creación ocurrió en una
semana, sin embargo, para Dios mil años son como un día, "un ayer,
un momento de la noche" (Sal 90, 4), de modo que es inútil
pensar en la Biblia como un libro de historia biológica o algo
parecido, pues la medida del tiempo bíblico no es la nuestra.
Lo importante no es el hecho cronológico, sino el espiritual.
Esto también es evidente cuando observamos que la segunda versión
de la creación, que se encuentra a partir del versículo
4 del capítulo 2 del Génesis, no hay referencia a días.
"No se trata sólo de saber cuándo y cómo ha surgido materialmente
el cosmos, ni cuando apareció el hombre, sino más bien de descubrir
cuál es el sentido de tal origen: si está gobernado por el azar, un
destino ciego, una necesidad anónima, o bien por un Ser transcendente,
inteligente y bueno, llamado Dios. Y si el mundo procede de la sabiduría
y de la bondad de Dios, ¿por qué existe el mal? ¿de dónde viene? ¿quién
es responsable de él? ¿dónde está la posibilidad de liberarse del
mal?" (Catecismo, 284)
Por esta razón la exégesis moderna no habla de la "historia
de la creación", sino de la "historia de los orígenes",
y es de la misma tradición a la cual pertenece la historia de
la caída (J).
El tema se resume en la conferencia del Arzobispo de Lublin (Polonia)
en 1998 titulada "EL
DIÁLOGO CIENCIA-FE EN EL CONTEXTO DE LAS CUESTIONES FILOSÓFICAS
DE LA FÍSICA ACTUAL":
"Sería difícil indicar en la época moderna
otro pontificado en el que el diálogo con el mundo de la ciencia
fuera tan intenso como el llevado a cabo por Juan Pablo II. (Cf. la
antología: Robert J. Russell William Stoeger
George V. Coyne [ed.], John Paul II on Science and Religion: Reflections
on the New View from Rome, Vatican Observatory, Vatican City 1990.)
Una manifestación muy significativa de esta apertura es el
mensaje dirigido a la Academia Pontificia de las Ciencias, del 22
de octubre de 1996, referido a la teoría de la evolución.
Este mensaje aporta una importante clarificación para las controversias
en que se ven envueltos los filósofos y los teólogos
desde que Charles Darwin formuló su teoría de la selección
natural. Sin vincularse con el darwinismo, que es una de las formas
posibles del evolucionismo, Juan Pablo II determina el horizonte interpretativo
en el que pueden cooperar de modo constructivo el pensamiento cristiano
y las diversas formas del evolucionismo. Al calificar el
evolucionismo como "teoría metacientífica",
y no "científico-natural", Juan Pablo II indica que
no se refiere a una de las versiones existentes de la teoría
de la evolución, sino que habla del evolucionismo como de un
paradigma interpretativo. Dentro de este
paradigma, el filósofo teísta puede tratar los miles
de millones de años de la evolución cósmica como
la revelación del Logos divino, cuya presencia no se revela
en las lagunas de nuestro conocimiento, sino en la descripción
matemática de la naturaleza, en sus simetrías, o en
la posibilidad de realizar previsiones efectivas."
¿Qué relevancia tiene entonces que el mundo haya sido
creado en un día, en una semana, o en cualquier otro lapso de
tiempo? No la tiene. El crecimiento de nuestra alma no depende de eso,
sino del conocimiento de los caminos de Dios. Como dice el Salmista:
"Enséñame, Señor, tus caminos, y guíame por sendero llano"
(Sal 27, 11)
Es preciso reconocer, en conclusión, como lo hace incluso la
National Academy of Sciences de Estados Unidos si se quiere una fuente
laica, que evolución y fe en Dios no tienen nada de incompatible
(al respecto, el libro "Science,
Evolution, and Creationism" de la NAS).
Lecturas complementarias
Discusión
sobre diseño inteligente en la revista Historia Natural
“¿Cómo
responde la Iglesia Católica a la teoría científica de Darwin?”
"Adán
y Eva, ¿Son el origen de la humanidad?"
“El
diálogo ciencia-fe en el contexto de las cuestiones filosóficas
de la física actual”
"Evolucionismo
y Antropología teológica"
“La
teoría de la Evolución y el Magisterio de la Iglesia”
“Origen
del Hombre”
En inglés:
“Adam,
Eve, and Evolution”
“Brother
Darwin's Gospel Hour, Part I”
“Brother
Darwin's Gospel Hour, Part II”
“Creation
and Genesis”
“Creation
out of Nothing”
"Evolution
and the Magisterium"
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